Institución organizadora:
inisterio de Ciencia y Tecnología de la Provincia de Córdoba ; Ministerio de la Mujer ; Ministerio de Justicia y Derechos Humanos ; Universidad Nacional de Córdoba ; Universidad Provincial de Córdoba ; Conicet Córdoba
Resumen:
Históricamente, las diferencias ?sobre todo biológicas- entre mujeres y hombres justificaron desigualdades sociales y culturales, estableciendo tareas, funciones, apreciaciones diferenciadas. Desde 1985, Argentina adhiere a la Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, Ley Nº 23.179. Podría pensarse que hoy se alcanzó la equidad social, pero aún es posible detectar desigualdades entre ambos sexos en nuestra sociedad. Por ello, es de esperarse que los estereotipos de género sean parte de las concepciones que posee el alumnado, replicándose desde generaciones anteriores e impulsadas desde su entorno social, que terminan influyendo en las elecciones que realicen respecto a sus estudios. Si concentramos dicha elección en lo técnico, disminuye notablemente cuando nos referimos al segmento femenino de la población escolar. Diversas investigaciones explican que una hipótesis es la socialización diferencial de los géneros que provoca un menor interés de las mujeres por el ámbito técnico desde edades tempranas. La réplica de los estereotipos de género también tiene su lugar en la educación obligatoria. A partir de la Ley Nacional de Educación N°26.206, en nuestro país es obligatorio hasta el nivel secundario, lo que implica una masificación del sistema y se asegura el acceso a la igualdad de posibilidades de cada niña y niño para asistir a la escuela. Con la sanción de la Ley N°26.150 se garantiza que tanto niñas como niños puedan educarse para una sexualidad responsable con perspectiva de género. A pesar de que el sistema educativo busca imponer un modelo igualitario que abogue por eliminar todo tipo de discriminación, se perpetúa el sexismo: muchos de los libros de texto, las curriculas y las prácticas y discursos docentes siguen siendo androcéntricos. Se sigue educando de acuerdo a patrones tradicionales para niños y para niñas. Quienes educan están marcados por esos estereotipos de género en los que fueron criados y educados. Frente a estos cambios en la educación obligatoria, es válido preguntarse si los libros de texto seleccionados por docentes de Educación Tecnológica (en adelante ET) perpetúan los roles que culturalmente se les asignaron a hombres y mujeres, mediante representaciones externas. En este marco nos proponemos analizar el contenido de libros de texto, manuales, en torno a la perspectiva de género que transmiten. En particular, esto influye directamente sobre la valorización que hacen las niñas de sí mismas y el alumnado de cómo la interacción -sin distinción de sexo- puede potenciar sus fortalezas. Quien enseña ET tiene una posición privilegiada al momento de erradicar la desigualdad de género y de potenciar a las alumnas en estudiar carreras técnicas en su futuro, ya que Técnica y ET son cuerpos de conocimiento que siempre se han vinculado al rol masculino. El conocimiento tecnológico forma parte de la cultura en la que estamos inmersos, se transforma en un medio y no un fin en sí mismo. Es el motor perfecto para aprender a resolver problemas colaborativamente porque todes somos potenciales técnicxs, y lxs docentes deben fomentar en sus estudiantes -en especial en las niñas- la ET.