Como corolario, a comienzos del siglo XXI se produce en varios países de Sudamérica una crisis del anterior régimen que implicó un descalabro casi total del modelo de Estado dominante en los noventa, con consecuencias socio-económicas muy graves en materia de pobreza, desempleo, marginación, emigración, entre otras. Asimismo, esta coyuntura, en algunos países como Argentina, Brasil y Venezuela, terminó de abonar las bases que sustentaron la emergencia de una nueva concepción de Estado y particularmente de Democracia, tendiente a alejarse de la supremacía del mercado y anclándose en una economía caracterizada por la autogestión de emprendimientos productivos como alternativa a la situación imperante.
Es así como, con mayores o menores niveles de organización, existen centenares de experiencias, apoyadas algunas por políticas públicas de promoción y semi espontáneas otras, luchando por su mantenimiento, intentando dar solución a la exclusión social (Hintze, Federico Sabaté y Coraggio, 2003).
Economía solidaria, popular, social, social y solidaria, comunitaria, del trabajo, etc. Se busca desde diversos ámbitos (desde la academia hasta los movimientos sociales) una nominación para una variedad de prácticas de construcción de formas económicas no capitalistas que intentan resolver el problema del sustento cotidiano inmediato y la institucionalización de valores de solidaridad.
En Argentina, la mayoría de las políticas públicas en ?Economía Social y Solidaria? son diseñadas e implementadas desde el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y en menor medida por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. El primero ha impulsado el Programa ?Manos a la Obra? y el último, el Programa ?Trabajo Autogestionado?. Particularmente, el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social, tiene un rol fundamentalmente limitado a la regulación de cooperativas y mutuales.
En el caso de Brasil, la denominación que utilizan es ?Economía Solidaria? y las políticas públicas son construidas desde el Ministerio de Trabajo de la Nación. Este país, cuenta con la Secretaría Nacional de Economía Solidaria, dependiente de esta repartición nacional y a cargo de Paul Singer. Por otro lado, el mayor logro que obtuvieron en esta área, es crear el Foro Brasileño de Economía Solidaria y el Consejo Nacional de Economía Solidaria, éste último organismo con capacidad propositiva en el diseño de políticas.
Por su parte en Venezuela, la denominación de Economía Comunal, posee una vertiente estado-céntrica, ya que es el Gobierno Nacional quien impulsa las acciones en torno a la creación de proyectos productivos no capitalista, fundamentalmente cooperativas que funcionan en cada Comuna. El organismo público ejecutor de estas políticas públicas es el Ministerio de Poder Popular.
Sintéticamente, la realidad de los países mencionados, comparte además, un contexto donde la Economía Social actual confronta la hegemonía de una cultura individualista, mercantilista, del inmediatismo, de la preferencia por el pequeño emprendimiento bajo control personal antes que por la asociación con otros.