GALFIONE MARÍA VERÓNICA
Congresos y reuniones científicas
Título:
Vivir como artista: la crítica de Hegel a la estética romántica
Autor/es:
GALFIONE, MARÍA VERÓNICA
Lugar:
Rosario
Reunión:
Congreso; Congreso nacional de Filosofía; 2005
Institución organizadora:
AFRA
Resumen:
El surgimiento de la moderna sociedad civil coloca a los artistas y al arte en general en una posición notablemente ambigua y conflictiva. El artista deviene finalmente libre, crea sin encargo y con total independencia de criterios ajenos al arte mismo, pero con su emancipación pierde, en alguna medida, su lugar en el mundo. Aparece la bohemia y el artista pasa a ocupar una posición marginal en una sociedad para la cual la verdad ha sido monopolizada por el conocimiento científico y la voluntad capturada por los intereses particulares. Pero al mismo tiempo, y paradójicamente, comienza a ser atribuía al arte cierta misión redentora o salvífica. El arte debe conciliar ahora las escisiones que ha producido el desarrollo de la sociedad moderna: a través suyo será posible acceder a ese absoluto olvidado y descuartizado por el conocimiento científico y reencontrarse con la naturaleza perdida por obra del desarrollo tecnológico. La marginalidad del artista, podríamos decir, coincide con su consagración como redentor mundado. Su ajeneidad a la sociedad, su desinterés por los mezquinos intereses que en ella se persiguen es garantía, de alguna manera, de su superioridad con respecto a la misma. Las Lecciones sobre estéticas de Hegel no son ajenas al surgimiento de esta problemática, ni su afirmación acerca del fin del arte puede ser entendida, en nuestra opinión, al margen de la disputa que, tanto en este como en otros campos, el filósofo mantiene con el movimiento romántico. Como es sabido, el fin del arte significa para Hegel, no tanto la desaparición del arte mismo, cuanto que el fin tanto de su centralidad social en el mundo burgués como de la inmediatez de la experiencia estética. Con el surgimiento de la subjetividad libre ya no es posible esperar del arte aquella conciliación absoluta entre forma y contenido que había logrado en otro tiempo el arte griego, y ya no es lícito, por tanto, pretender ver colmada en él la capacidad experiencial del hombre. Como en otros aspectos, nunca la crítica hegeliana ha sido más dura que cuando se hallaba dirigida al romanticismo. Mas la misma no resulta comprensible, en nuestra opinión, si se la asume simplemente como una consecuencia del racionalismo exacerbado del filósofo. En el presente trabajo nos proponemos analizar el trasfondo político de la crítica hegeliana del movimiento artístico romántico –el cual no coincide con la clasificación hegeliana que incluye dentro del romanticismo, para luego marcar las diferencias, a todo el arte posterior al de la Grecia clásica- y de la concepción romántica del artística. Intentaremos demostrar que el rechazo hegeliano del sentimentalismo romántico y de su intento por restablecer el lugar de privilegio del arte sienta sus bases en la positiva valoración de la sociedad civil que, como numerosos autores han mostrado, realiza Hegel. Para ello contrastaremos las encendidas críticas al respecto que aparecen en la Introducción a las Lecciones sobre Estética, con exquisito análisis que efectúa Hegel de la pintura, como primer género artístico posclásico, y, en particular, con la defensa que emprende de la pintura holandesa: abocada a la representación de los detalles nimios que constituyen la vida cotidiana, sutil a la ahora de captar no tanto los objetos mismos cuanto sus reflejos, sus brillos y sus sombras, la pintura holandesa es un buen ejemplo del arte que pueden realizar burgueses acomodados, industriosos, satisfechos con su actividad, pero no demasiado ambiciosos, en otras palabras, una expresión artística adecuada del espíritu de un pueblo.