El descubrimiento del agujero de ozono en 1985 y los crecientes niveles de radiación UV-B (280-320 nm) que están alcanzando la superficie terrestre motivó el interés por el estudio de esta radiación y de sus efectos tanto sobre la atmósfera como sobre la vida en la tierra. Un incremento en la radiación UV-B puede aumentar la incidencia de cáncer de piel y daño ocular así como también la gravedad de ciertas enfermedades infecciosas. Por otro lado podría determinar la apertura de nuevos canales de reacción y modificar así los mecanismos cinéticos que ocurren en la atmósfera. Actualmente, la correlación entre la disminución del nivel de ozono y el aumento de radiación UV-B está bien demostrado. Sin embargo, encontrar una tendencia a largo plazo en esta radiación es considerablemente más difícil que predecir tendencias en la concentración de ozono. La razón es que la intensidad de la radiación UV-B no sólo depende de la concentración del ozono estratosférico sino de muchos otros factores tales como nubes, ubicación geográfica, aerosoles, albedo y contaminación ambiental. Desde noviembre de 1998 se están realizando en Córdoba mediciones de radiación UV-B con radiómetros de alta calidad y bajo diferentes condiciones ambientales para estudiar su variación anual y la influencia de estos factores en los niveles de radiación que alcanzan la superficie terrestre. Las mediciones experimentales son comparadas con cálculos realizados con diferentes modelos usados en la actualidad. Como complemento de este estudio se están realizando además mediciones de radiación total (300-3000 nm) y de radiación UV-B difusa.