GONZÁLEZ OLGUIN EDUARDO LUIS
Libros
Título:
El Nivel Primario en Córdoba. Análisis de sus Tendencias y Transformaciones: 2003 ? 2013.
Editorial:
UEPC - Alaya Editorial
Referencias:
Lugar: Córodba; Año: 2013 p. 34
ISSN:
978-987-29328-6-2
Resumen:

Principales resultados

UEPC. Instituto de Capacitación e Investigación de los Educadores de Córdoba | 5

 

El acceso al nivel primario se encuentra, en la actualidad, universalizado. Según datos publicados por el

INDEC en el año 2010, para la franja etaria de 6 a 11 años asistieron a algún establecimiento educativo

el 99,3%2 y al nivel primario, el 91,4%. Esto representa el sostenimiento en el tiempo de una accesibilidad

masiva a la escolaridad de todos los sectores sociales y ámbitos de la provincia, similares a los existentes

en el resto del país. Es decir, lo que en algún momento se constituyó en el objetivo central que definió

el rumbo de la política educativa, actualmente se ha naturalizado -en tanto conquista social-, para transformarse

en el piso sobre el que se están construyendo nuevos propósitos educativos. Así, por ejemplo, en

algún momento el objetivo central de las políticas públicas fue aumentar la tasa de escolaridad; una vez

logrado, los esfuerzos se dirigieron a disminuir la deserción escolar. Este propósito también se ha alcanzado,

pues en la provincia de Córdoba, para el período 2003-2010, la deserción fue menor al 1%.

De este modo, lo construido en términos de apuesta política y cultural desde diferentes sectores3 para que

todos los niños asistan y permanezcan en la escuela primaria, parece haber existido siempre y sin dificultades.

Es justamente la naturalización de estas conquistas sociales lo que instala un ?nuevo? piso, desde el cual se construyen, hacia la escuela, otras demandas cuyos contenidos transitan por nuevos andariveles:

que los niños concluyan sus estudios en los tiempos previstos; que en forma simultánea construyan

saberes escolares significativos y necesarios para la prosecución de sus estudios secundarios; que se reconozcan

como sujetos de derechos y desarrollen una conciencia crítica hacia las diferentes formas de desigualdad

y solidaridad; que asuman el compromiso de la defensa del medio ambiente, el respeto por las

diferencias sociales y culturales de cualquier tipo.

La última década muestra avances por momentos algo contradictorios, en la atención al derecho social

a la educación en el nivel primario, reflejados en una importante disminución de la repitencia y el desgranamiento

escolar que conviven con un incremento de la tasa de (sobre) edad y la presencia de un alto

porcentaje de desempeño bajo en los resultados de los Operativos Nacionales de Evaluación (ONE).

Estas tendencias toman diferente forma según el sector (estatal-privado) y el ámbito (urbano-rural) y

requieren de un análisis específico al momento de comprender los logros y obstáculos que en la actualidad

presenta el acceso al Derecho Social a la educación

en el nivel primario.

En este escenario, los actuales desafíos pedagógicos de

mayor inclusión y justicia educativa tienden en muchas

ocasiones, a ser valorados desde una concepción restringida

del trabajo de enseñar, donde se sostiene que la

transmisión escolar remite solo a contenidos curricularmente

establecidos y medibles mediante dispositivos de

evaluación estandarizada, como los Operativos Nacionales

de Evaluación (ONE) y las Pruebas PISA. Esta

forma aún dominante de valorar el trabajo escolar tiende

a invisibilizar un conjunto de logros de altísimo valor

formativo. Lo que hace difícil su comprensión, es que

esto se da en forma simultánea con la construcción de dispositivos, que tienden a ampliar los bienes cultuales

ofrecidos por la escuela, mediante la implementación de la jornada extendida que, junto a un

mayor tiempo de escolaridad, introduce temáticas culturales nuevas que no inciden en los procesos de

acreditación de los estudiantes. Sin embargo, al valorar el trabajo pedagógico desde la lógica propuesta

por la hegemonía contenidista se invisibilizan numerosos logros escolares, colocando bajo sospecha al

trabajo docente y su productividad, según criterios asentados en una pedagogía meritocrática, que solo

reconoce como legítimo lo cuantificable según dispositivos estandarizados de evaluación.

Lo sostenido en este documento no reniega de la preocupación por cuánto aprenden los niños, sino que

sostiene la necesidad de ampliar su marco de referencia. Si enseñar es un trabajo cultural que se moviliza

en los procesos de transmisión escolar, su valoración no puede reducirse solo a lo ocurrido y producido

con los contenidos curriculares. Debe reconocerse, además, lo que la escuela logra en relación a la

construcción de una conciencia crítica, al desarrollo de experiencias de participación y de la asunción

por parte de cada niño de sus derechos; por ello, sostenemos la necesidad de asumir los problemas educativos

existentes sin desconocer los logros alcanzados.

La perspectiva reduccionista del trabajo de enseñar a la que aludimos, posee efectos pedagógicos y sociales

poderosos cuando se asienta en un sistema educativo que, como el cordobés, viene sufriendo un

agudo proceso de segmentación educativa, evidenciado entre otras cosas, por el crecimiento proporcionalmente

mayor de la matrícula en escuelas de gestión privada. Excedería este trabajo analizar las

variantes sociológicas que intervienen en la construcción de este nuevo escenario educativo. Pero sí podemos

avizorar que se vienen consolidando dos sub-circuitos educativos4, donde se cristalizan condiciones

de trabajo pedagógico y oportunidades educativas diferentes para los niños, que requieren de análisis

específicos para contar con insumos que permitan avanzar en la construcción de mayor igualdad educativa.

En especial, porque los principales obstáculos los padecen quienes provienen de los sectores histó ricamente en desventaja frente a demandas escolares construidas desde un supuesto homogéneo de estudiante.

La insuficiencia, debilidad o ausencia de condiciones de escolarización adecuadas para atender

el derecho social a la educación, a la vez que disminuye las oportunidades educativas de dichos sectores,

sobrecarga el trabajo docente.

Sostener que el trabajo de enseñar se intensifica cuando se dirige hacia sectores populares y/o a quienes

se encuentran en situación de pobreza estructural5, no supone ni propone el desarrollo de una ?pedagogía

para pobres?. Por el contrario, lo que se coloca en el centro de la agenda de discusión es lo relativo

a las condiciones de escolarización necesarias de construir para garantizar que el acceso y la permanencia

en la escuela, se complementen con la construcción de experiencias y aprendizajes significativos. En

este marco, no resulta menor sostener que a mayor distancia con el capital cultural esperado por la escuela,

se requiere mayor presencia estatal para producir saberes didácticos, para acompañar el trabajo de

enseñanza, modificar formas clásicas de organización escolar, producir variados materiales didácticos y

desarrollar políticas de articulación con otros sectores sociales y comunitarios para el cuidado de la infancia.

Cuando estas cuestiones se encuentran ausentes o débilmente construidas, los procesos de inclusión

educativa tienden a intensificar el trabajo docente, al transformar el desafío de la inclusión y la justicia

educativa en un problema de individuos (los docentes), de instituciones (las escuelas), pero no del sistema

educativo en su conjunto. En este sentido, es importante señalar que la atención al derecho social a la

educación de los sectores socialmente más vulnerables requiere, en términos pedagógicos:

u Desarrollar propuestas de enseñanza para estudiantes que poseen recorridos de escolarización

muy diferentes entre sí.

u Desplegar estrategias didácticas que propongan variadas formas de relación con el saber y reconocer

tiempos de aprendizaje alternativos a los previstos por la cronología escolar moderna6.

u Sostener una educación personalizada; es decir, con una relación alumnos por docente que

posibilite acompañar las trayectorias de escolarización de los estudiantes en forma sistemática

y regular.

u Una organización del trabajo escolar que haga lugar a los tiempos institucionales para el análisis

de las producciones de los estudiantes.

u El desarrollo de estrategias colaborativas de trabajo entre los docentes, evitando una mirada

fragmentada sobre las experiencias y aprendizajes.7

Uno de los principales resultados del análisis de las

tendencias educativas en el nivel primario indica

que se han producido importantes avances en la

atención al derecho social a la educación. Sin

embargo, es posible advertir la permanencia de un

conjunto de desigualdades que aún subsisten y que

afectan a los sectores sociales más vulnerables.

Ellas se derivan de las debilidades en las condiciones

de escolarización construidas por el Estado y se

reflejan en algunas diferencias educativas según

ámbitos y sectores, similares a las observadas en el

nivel inicial8. Es por ello que, a condiciones estructuralmente semejantes detrabajo didáctico entre el sector

estatal y el privado9, se configuran diferencias educativas vinculadas con el desempeño académico,

los tiempos de finalización de estudios, la regularidad en la asistencia a la escuela, etc. Esta situación se

cristaliza en forma de desigualdad escolar, en parte, por el efecto de una política de selección de la matrícula

en el sector privado que le permite imponer condiciones para la aceptación o no de estudiantes10.

Como consecuencia de ello, en las escuelas estatales se tiende a trabajar con todos los alumnos que no

pueden asistir (por cuestiones económicas, de distancia, etc.), o que no son aceptados en las de gestión

privada (por comportamiento, rendimiento académico, (sobre) edad, y/o alguna otra cuestión), complejizando

el trabajo pedagógico de los docentes11, en tanto las condiciones de escolarización construidas

por el Estado resultan aún insuficientes. Esta desigualdad educativa se refuerza con la asignación de

recursos por alumno, que proporcionalmente ha crecido con más fuerza en el sector privado que en el

estatal, para el período 2003-201112. Ambos aspectos ayudarían a comprender mejor por qué se sostiene

en el tiempo una marcada diferencia en las tasas de repitencia entre los dos sectores, así como de

(sobre) edad13 y una mayor intensificación en el trabajo de enseñar en las escuelas de gestión estatal14. Es

en estas donde se vienen concentrando las propuestas de cambio en las formas de trabajo didáctico, derivadas

de las modificaciones en los diseños curriculares, la ampliación de la jornada escolar y la implementación

de la resolución Nº 174 del CFE, con insuficientes dispositivos estatales de acompañamiento

al trabajo pedagógico.