Una lectura feminista de la noción de alteridad femenina levinasiana

MARTA INÉS PALACIO

Congreso; del II Congreso Internacional Extraordinario de Filosofía “El proyecto humano y su futuro, alternativas”; 2007

Levinas construye su filosofía primera a partir de la relación ética con la alteridad, la cual es originaria, anterior e irreductible a la representación de la conciencia. Su metafísica se funda en el deseo del infinito causado por la relación cara-a-cara que instaura la presencia del Otro al afectar la pasiva sensibilidad del sujeto. El sujeto levinasiano es constituido pasivamente por la irrupción del otro en sujeto ético: es hospitalidad de lo extraño. El otro, absolutamente otro, es la trascendencia que resquebraja tanto la lógica del sujeto de la conciencia como el monismo ontológico de la tradición

Si bien sus tesis han influido notablemente en los debates éticos contemporáneos, existe un aspecto de su obra que no ha sido suficientemente estudiado y que constituye la primera teorización del autor sobre la alteridad; una escasa producción bibliográfica en lengua castellana da prueba de ello. Nos referimos a la temática que aparece en sus escritos de posguerra sobre el Eros, la mujer y lo femenino, como figuras primarias de la alteridad. En estas obras Levinas propone como modos de salida de la ontología de lo mismo y de la unidad del ser a la alteridad femenina, a la diferencia sexual y a la caricia.[1]

Posteriormente la ‘fenomenología del Eros’ reaparece, aunque modificada. La relación erótica se ubica entonces entre la ontología y la ética.[2] La alteridad femenina es una ambigua trascendencia que está en un plano distinto al del lenguaje de la ética: es presencia discreta y muda. En estas obras del segundo período, entre el sujeto ontológico y el sujeto ético se halla el sujeto de la relación erótica: el varón, para quién la mujer es la morada, la intimidad y la posibilidad de la propia trascendencia por la fecundidad.