Resumen:
A
principios del siglo XX, para el mundo occidental ya se encuentra profundamente
afianzada la noción de que la naturaleza posee valor solo en la medida en que
satisface las necesidades humanas de consumo. La naturaleza es el otro de la
cultura, y por lo tanto se la considera inferior y carente de los atributos
positivos con que se caracteriza a ésta última: civilizada, racional, ordenada
y con un propósito de progreso. En cuanto a cómo se construye la naturaleza, si
ésta se encuentra en estado salvaje, representa para el ser humano lo primitivo
y oscuro de la existencia, la amenaza a su integridad y su subsistencia. En
cambio, para que la naturaleza se relacione de modo armónico y como parte
constitutiva de la cultura, ésta ha de ser domesticada y disciplinada, y así
adoptar algunos de los atributos antes mencionados. Tales perspectivas se
encuentran presentes en dos obras del período, la pieza de teatro de Eugene
O'Neill, The Emperor Jones y el cuento de Virginia Woolf "Kew Gardens".
Realizamos una exploración de los textos a fin de exponer las perspectivas que
subyacen en cuanto al rol del entorno natural en las tramas y construcción de
los personajes, partiendo de las visiones antes mencionadas. De este modo, en
el primer texto, la naturaleza salvaje, por proyectar lo más oscuro de la
psiquis de Jones, es representada como antagonista, y en el segundo texto, por
estar disciplinado, lo natural enmarca sin conflictos las historias de los
personajes y se integra armónicamente con la vida urbana.