En su trabajo Postspektakuläres Theater, el teórico alemán André Eiermann analiza la relación entre espectador y actor en puestas en escena contemporáneas. Dado que estamos inmersos en un discurso omnipresente y en una relación interpersonal marcada por la inmediatez y exposición y disponibilidad constantes de una sociedad del espectáculo (Debord), Eiermann, oponiéndose a la propuesta de inmediatez de Lehmann, postula que el teatro, para establecer una interacción reflexiva con el espectador, debe interrumpir este discurso y propone para ello pensar en una «cuarta pared literal» que genera en el espectador lo que Barthes llamaría una «conmoción», un choque que irrumpe en el flujo habitual de la comunicación. Es sólo a partir de esta mediación que se genera la posibilidad de reflexión acerca de la obra de arte y del rol de lo participantes de este diálogo. Sin embargo, consideramos que no sólo en la puesta en escena de una obra se puede observar esta interrupción; en el texto teatral fragmentario, en las repeticiones, en la parataxis (Adorno, Hertmans) y en los silencios también encontramos un modo de interpelar al lector/espectador que debe detenerse un instante a reflexionar acerca de su rol en la sociedad y es así que se plantea la posibilidad de un nuevo teatro ciudadano.En el presente trabajo analizaremos el texto y las puestas en escena de la obra belga Tiranía del tiempo, de Pouveur, Hertmans, Swyzen, en la que ya desde el acto de escritura de una obra colectiva se fracturan los componentes del teatro para exponer la materialidad de la mirada sobre la cesura.
