En 1950, Arthur Miller escribe para teatro The crucible (Las brujas de Salem), obra basada en un hecho histórico. La pieza nos traslada al año
Tituba, originaria de las Barbados, es acusada de brujería en el célebre proceso de Salem. Inducida, confiesa su pacto con el Diablo y por esto no es ahorcada, pero sufre otra condena, un martirio aún más cruel: el del olvido, forma atroz de la muerte, la que se ejecuta por abandono y supresión de seres humanos.
En las obras que nos ocupan, colores de piel y cuerpos leídos como espacios de memoria, como reservorios de manifestaciones de culturas ?diferentes?, son presencias mefistofélicas y desechables. Los legados grabados en estos cuerpos, son despreciados por los Blancos, dueños éstos, parece, de la palabra, de las voces de mando y del derecho a escribir