LUQUE CECILIA INÉS
Congresos y reuniones científicas
Título:
?Revisiones del potencial analítico del paradigma de la igualdad?
Lugar:
Córdoba
Reunión:
Otro; VI Encuentro Interdisciplinario de Ciencias Sociales y Humanas. Córdoba 2009; 2009
Institución organizadora:
Centro de Investigaciones "María Saleme de Burnichón" y la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC.
Resumen:
Este trabajo propone revisar el potencial analítico del paradigma de la igualdad (de las mujeres con los hombres) para describir e interpretar los procesos contemporáneos de conformación de sujetos políticos. Se parte de la aplicabilidad de dos conceptos de reconocimiento de género basados en dicho paradigma -la paridad de status de Nancy Fraser y la vindicación de Celia Amorós- al análisis un caso concreto en el cual el grupo de "las mujeres" no actúa ni como sujeto colectivo homogéneo, ni como sujeto colectivo articulado. Se trata del debate académico acerca del valor político para el feminismo de las novelas del boom de la literatura latinoamericana escrita por mujeres en los años ’80 y ’90. Estos best-sellers se caracterizan por la denuncia de las injusticias y subordinaciones sufridas históricamente por el colectivo "mujeres", la reivindicación de las identidades y los roles de las mujeres en la sociedad, la apelación a un sentido de sororidad. El mercado editorial dio a estos textos el rótulo de "literatura de mujeres", lo cual generalizó la pertenencia y pertinencia de este proyecto estético-político a todo el colectivo "mujeres". Además, muchas escritoras y lectoras de estas novelas se arrogaron ante la opinión pública la representatividad testimonial del colectivo, y así invisibilizaron a escritoras y lectoras con gustos literarios diferentes y propuestas alternativas. Por su parte, la crítica literaria académica feminista parcial a los estudios culturales anglo-americanos respondió en los ’90 a esta invisibilización endilgando a tales best-sellers el peyorativo apodo de "literatura light". Según estas escritoras y lectoras, las reivindicaciones genéricas propuestas por la literatura light, al estar basadas en las políticas de la identidad, son fácilmente cooptables por el mercado neoliberal, el cual las canaliza en formas estilísticas populares que no movilizan el espíritu crítico de quienes las consumen. Para estas académicas, la “auténtica literatura de mujeres” no es cooptable, pues su experimentación con el lenguaje transgrede formal e ideológicamente los patrones falogocéntricos de significación, con la predominante intencionalidad de desestabilizar los preconceptos de género de quien lee. Sosteniendo cada definición hay un grupo de mujeres -escritoras, lectoras académicas y lectoras informales- que se consideran a sí mismas como feministas –o al menos, como conscientes de las relaciones entre poder y género-, y que propone diferentes cosas a ser reconocidas para que las mujeres alcancen el estatus de sujeto social pleno, y diferentes modos de lograrlo. En otras palabras, conceptualizar es politizar, y definir la literatura de mujeres es movilizar la opinión pública acerca de lo que "las mujeres" son, hacen, quieren. La polémica acerca de qué ha de considerarse como "literatura de mujeres" devela que, a partir de la creciente injerencia del mercado neoliberal y global en los procesos latinoamericanos de producción de cultura, se han configurado en el seno del contra-público subalterno feminista latinoamericano dos subgrupos claramente identificables, los cuales compiten entre sí en la esfera pública por el poder/saber de definir legítimamente los significados del "reconocimiento de género". Las escritoras y lectoras que desconfían de los productos culturales promovidos por el mercado neoliberal se construyen a sí mismas mediante un discurso académico como "las iguales", y construyen a las escritoras y lectoras asociadas con lo que ellas llaman literatura light como "las idénticas": por una parte, las académicas niegan que las diferencias teóricas, metodológicas y estilísticas que existen entre ambos grupos puedan ser homologadas a las diferencias existentes entre las propias académicas; por otra parte, las "iguales" se atribuyen a sí mismas una conciencia eficazmente liberadora respecto de la falta de reconocimiento de género, mientras que atribuyen a "las idénticas" una conciencia "cooptada" por el neoliberalismo globalizador. En otras palabras, las académicas no consideran que las escritoras y lectoras de best-sellers light sean sus pares equipotentes, equífonos y equivalentes a la hora de debatir cómo lograr el reconocimiento de género. Esta divisoria de aguas entre feministas "iguales" y feministas "idénticas" reproduce las desigualdades que Celia Amorós señala en la distribución social de poder entre hombres y mujeres en el seno mismo de lo que, siguiendo a Nancy Fraser, se podría llamar contra-público subalterno feminista. De esta manera, unas mujeres son construidas como las "otras" de otras mujeres, y se establecen jerarquías entre ellas. Como se puede apreciar, estas propuestas teóricas han sido útiles para analizar este caso, pero sólo porque han sido usadas “a contrapelo” de sí mismas, es decir, aplicando el paradigma de la igualdad entre hombres y mujeres a las prácticas de las propias mujeres. Tanto la paridad de estatus que propone Fraser cuanto la vindicación que propone Amorós se basan en un sujeto “mujeres” sin tomar suficientemente en cuenta las diferencias y tensiones entre las diversas corrientes feministas y movimientos de mujeres latinoamericanos, diferencias y tensiones que pueden llegar incluso a plantear antagonismos cuando uno de los grupos intenta imponer su propio proyecto para el reconocimiento de género en la opinión pública. Específicamente, la categoría de contra-público subalterno de Nancy Fraser, asociada como está a sujetos colectivos homogéneos, no contempla la posibilidad de que las diferentes estrategias de ingreso al escenario público desplegadas por diversas facciones del colectivo subalterno (marcas de distinción, relación con el mercado, etc...) funcionen también como maniobras de diferenciación intra-colectivo y resulten en la multiplicación de contra-públicos subalternos feministas. Por lo tanto, la categoría no muestra las desigualdades de estatus y las relaciones subordinantes activadas en el seno mismo del sujeto colectivo que reclama reconocimiento. Por su parte, las matrices de subjetivación de igualdad e identidad tal como las describe Celia Amorós están vinculadas exclusivamente a la distribución de poder entre los géneros, lo cual no permite percibir la distribución de poder entre las propias mujeres en virtud de otras diferencias sociales. Uno de los efectos del examen de este caso particular es hacernos pensar en las limitaciones analíticas de ciertas teorías feministas basadas en el paradigma de la igualdad, por cuanto su desmedido énfasis en el consenso entre mujeres no permite percibir apropiadamente la pluralidad de los feminismos latinoamericanos, sus diferencias y sus conflictividades, ni valorar adecuadamente sus respectivos potenciales políticos. Otro de sus efectos es señalar que, si bien la necesidad de revisar los sesgos de género en la academia sigue teniendo vigencia para los feminismos, también es necesario y saludable revisar los sesgos ideológicos implícitos en los usos académicos de las teorías feministas.