LUQUE CECILIA INÉS
Congresos y reuniones científicas
Título:
De qué mujer y de qué feministas se habla en la crítica literaria feminista chilena de los años ?90
Lugar:
La Plata, Buenos Aires, Argentina
Reunión:
Jornada; II Jornadas CINIG de Estudios de Género y Feminismos: ?Feminismos del siglo XX: desde Kate Millett hasta los debates actuales?; 2011
Institución organizadora:
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad Nacional de La Plata
Resumen:
A partir de la publicación de La casa de los espíritus de Isabel Allende se puede hablar de un boom editorial de novelas escritas por mujeres latinoamericanas. La crítica pronto celebra el compromiso social que tales novelas presentan desde una perspectiva feminista que articula la resistencia a la hegemonía homocentrista con la politización de la intimidad; que echa una mirada crítica sobre la legitimidad de las categorías y los valores de tradiciones sociales y morales latinoamericanas; que fomenta en las lectoras el surgimiento de una conciencia sobre su propia situación de opresión. Casi una década después, comienzan a aparecer en el circuito académico de la crítica literaria feminista artículos en los cuales se sostiene que estas novelas embotan el espíritu crítico de quienes las consumen con su defensa de los lugares comunes de un "feminismo llorón", porque la ?vindicación de género" propugnada por este tipo de literatura es fácilmente aprovechable por el neoliberalismo globalizador a través de las estrategias del mercado que comercializan la diferencia como producto exótico. Un ejemplo paradigmático es el artículo de Nelly Richard ?Feminismo, experiencia y representación?, publicado en 1996 en la Revista Iberoamericana vol. LXII, nº 176-177.. La perspectiva crítica desde la cual han sido producidos textos como éste está basada en el rechazo de las políticas de identidad del feminismo de la diferencia de los años '70, en el marco del cambio de paradigma por el cual se pasó de valorar el hacer visible la experiencia femenina a cuestionar los marcos epistemológicos que la vuelven pensable y comunicable; y se pasó de analizar las causas sociales de la opresión de las mujeres a deconstruir los sistemas de significación que la naturalizan y legitiman. La lectura claramente post-estructuralista que estas intelectuales hacen de tales novelas privilegia como críticamente valioso el uso de un lenguaje que ponga en evidencia los fundamentos epistemológicos (e ideológicos) de ?la verdad? y ?lo real? implícitos en los relatos de la experiencia, y que, por lo tanto, rompan la ilusión de ?autenticidad? propia de la estética realista massmediática, que sirve de base a proyectos ingenuamente contestatarios. Esta crítica está basada en la convicción del feminismo post-estructuralista de que éste es teóricamente inconmensurable con el feminismo de la primera diferencia sexual en al menos tres nodos problemáticos: los conceptos de experiencia, diferencia e identidad, los cuales pueden ser esquematizados así: Experiencia: vivencia material autoevidente, inmediata, de la diferencia de las mujeres VS evento discursivo e ideológico Diferencia: irreductible disimilitud material y cultural de la mujeres respecto de los hombres en las sociedades patriarcales VS la différance como ?la naturaleza inestable y relacional del significado lingüístico y [el] posicionamiento de lo femenino como el lugar clave de tal inestabilidad,? (Felski 35), disponible a cualquier sexo. Identidad: basada en una realidad común al grupo, cuyo conocimiento es liberador VS impuesta por la interpelación de la Ley, y siempre opresiva. Hoy en día, luego de los aportes del giro lingüístico a las diferentes disciplinas, no se puede sostener seriamente que el significado de una experiencia es inmediato, transparente o ideológicamente neutral; ni aseverar que el valor de verdad del relato de la experiencia radica en la relación directa entre percepción y realidad objetiva; como tampoco se puede ignorar que las categorías identitarias de cualquier grupo son representaciones culturales que necesariamente prescinden de la inevitable heterogeneidad interna. Sin embargo, las ?acertadas- objeciones que el feminismo post-estructuralista le ha formulado al feminismo de la primera diferencia sexual no alcanzan a justificar la inconmensurabilidad que aquel plantea entre ambos. Para probarlo, voy a basarme en artículos de la filósofa panameño-estadounidense Linda Alcoff, los cuales presentan terceras posturas que ni esencializan ni desmaterializan a las mujeres: el feminismo de la fenomenología de la experiencia (a partir de Merleau-Ponty); revisiones post-positivistas de lo real y la identidad. Mi propuesta sostiene que la inconmensurabilidad planteada por críticas feministas como Nelly Richard se basa menos en las incompatibilidades teóricas entre ambos feminismos y más en: 1) Las diferentes dimensiones de análisis que cada feminismo privilegia: a) Las mujeres (sujeto colectivo anclado en la materialidad de situaciones históricas concretas y de vivencias incardinadas) VS lo femenino (fuerza significante, dispositivo de desestabilización y des-automatización de representaciones dóxicas) b) Las experiencias femeninas convertidas en asuntos de bien común debatidos públicamente VS las huellas de lo que aún permanece oculto-reprimido cuando se construyen identidades basadas en tales experiencias. 2) El objetivo político de cada feminismo: a) La vindicación VS transgresión, desestabilización, deconstrucción; b) La identificación como estrategia de constitución de las mujeres en ciudadanas VS mantenerse siempre excéntrico respecto de las identidades dadas para no ser asimiladas por las instituciones neoliberales; c) Crear conciencia de que ?lo personal es político? VS generar desconfianza en el pluralismo des-diferenciador del consenso socio-político y del mercado económico-comunicativo; d) Adaptar estrategias movimientistas de los años ?70 ?como compartir testimonios sobre la propia experiencia- a los prácticas de comunicación masiva del mercado cultural del fin del siglo VS rechazar categóricamente las prácticas del mercado cultural. Me propongo examinar el contexto de producción de la crítica cultural feminista representada por Nelly Richard y señalar algunas posibles causas de los diferentes objetivos políticos y de las diferentes dimensiones de análisis. Por un lado, hay que considerar las circunstancias socio-políticas del Chile de la Transición: los discursos sociales oficiales, y las políticas de su circulación en los medios de comunicación, reencauzan los debates sobre las problemáticas de género hacia el eje conservador mujer-familia, y así debilitan la acción desestabilizadora y crítica de los movimientos de mujeres y los feminismos chilenos de la pasada década. Como consecuencia, la crítica cultural desconfía del potencial político de las sagas familiares: El análisis focaliza el riesgo de que estas narraciones sean leídas como propuestas de esencialización de las experiencias femeninas, y explora cómo esto puede resultar funcional a los discursos oficiales. Por lo tanto, queda sin consideración la posibilidad de que estas sagas sometan a la opinión pública problemáticas relacionadas con ?lo personal es político? y creen conciencia de género en sus lectoras, especialmente fuera de Chile. Por otra parte, hay que considerar las circunstancias socio-políticas de la universidad chilena de la transición. En este contexto los intelectuales tienen la sensación de que se han perdido: El valor transgresor de lo estético ante la valoración indiscriminada de lo popular y democrático, gracias a: La sociologización / instrumentalización de la producción de conocimientos en las Ciencias Sociales latinoamericanas. Los diálogos de articulación imperfecta con las teorías importadas desde los centros académicos del Norte: La valoración positiva sobre la relación entre las obras literarias y el mercado cultural, La versión del latinoamericanismo de los Estudios Culturales que no transgrede los estereotipos culturales sobre Latinoamérica sino que los afirma, Las producciones de los Women?s Studies y de los Estudios de Género angloamericanos, demasiado atados al verismo de la experiencia femenina La necesidad y el valor políticos de la actividad teorizante de las intelectuales (dentro o fuera de la academia), ya que, con la creación de departamentos de Estudios de la Mujer o de Estudios de Género, la legitimidad académica reemplazó la radicalidad crítica de las teorizaciones: lo profesional desplazó y reemplazó a lo militante, lo operativo (reconocimiento de derechos) adquirió mayor urgencia que lo discursivo (desestabilización de sentidos dados); aumentan los reclamos de las militantes que desconfían de las teorizaciones por sospechosas de estar siempre inherentemente atadas a una forma de pensamiento falogocéntrico y patriarcal. Como conclusión de mi análisis, me propongo demostrar que la inconmensurabilidad que el feminismo post-estructuralista señala en los marcos teóricos que informan las dos grandes líneas de la crítica literaria feminista latinoamericana contemporánea puede ser desbaratada no sólo por otras propuestas teóricas superadoras de las aparentes divergencias sino también por una contextualización socio-histórica de las condiciones materiales y simbólicas de producción de dicha crítica literaria. Asimismo, sostengo que las características del posicionamiento teórico de la crítica cultural feminista representada por Nelly Richard, así como las características de su contexto de producción, provocan a mi juicio dos fallas graves respecto de su valor político: La generalización sesgada de las debilidades políticas que los best-sellers de mujeres latinoamericanas tienen en el contexto específico del Chile de la transición y del mercado cultural latinoamericanista a otros contextos latinoamericanos de recepción de esta literatura. El establecimiento de desiguales relaciones de poder entre diferentes contra-públicos subalternos feministas, ya que el sujeto del feminismo resulta trazado contra un ?otro constitutivo? peyorativo compuesto por mujeres que escriben y leen ?literatura light?; y se da un distanciamiento respecto de los estudios literarios que valoran positivamente los best-sellers de mujeres latinoamericanas, ya que la crítica cultural feminista se propone como radicalmente diferente de la lectura identificatoria y de la escritura reivindicativa.