Estamos asistiendo a un replanteamiento del ejercicio docente, de las nuevas tareas de la enseñanza y de las implicaciones que tales revisiones tienen en el campo de la formación. Este replanteo se vincula a los cambios profundos que se están produciendo en diversos terrenos que ponen en cuestión las bases de la formación y práctica de los docentes. En paralelo a estas transformaciones, la formación docente está siendo sometida a profundos procesos de reforma en sus objetivos, estructura, contenidos, instituciones, sistemas de evaluación y control, formas de gestión y gobierno.
Los docentes se desempeñan, o habrán de desempeñarse, como educadores en un escenario atravesado por complejas demandas vinculadas a un imperativo tecnológico que se presenta como neutral y absoluto. En este contexto resulta imprescindible ofrecer a los maestros las oportunidades de desarrollar las herramientas teórico/conceptuales necesarias para analizar este imperativo tecnológico y asumir lugares de liderazgo en la construcción de políticas educativas que recuperen el tema de la tecnología desde una perspectiva crítica.
Los expertos señalan que el tema de la dificultad de integración no responde a una sola variable. La tecnología no está incorporada en las prácticas de los docentes o en sus usos cotidianos de trabajo. Tampoco se instalaron en los procesos formativos: los docentes no recibieron clases en las que las nuevas tecnologías estuvieran imbricadas en los contenidos; en el mejor de los casos se les transmitió el valor de uso de las nuevas tecnologías en términos ideales. Las investigaciones sobre la problemática reconocen que se trata de un tema ausente en la formación docente. Hasta que no se logre que en los mismos procesos de formación docente, que los formadores de formadores sean usuarios de las tecnologías es muy difícil su instalación con sentido en las escuelas.